Si
Luca Pacioli, llamado Luca di Borgo (1445-1510), matemático italiano y
escritor del primer tratado sistemático de la " contabilidad por partida
doble", que expone por primera vez como se deben llevar los libros
contables, y que a pesar de los sucesivos avances, de la mecanización e
informatización, se sigue manteniendo el principio de "a todo deudor
corresponde un acreedor y viceversa "... si Pacioli volviera a la vida
en estos turbulentos tiempos de irresponsabilidad, de ignorancia y de
falta de escrúpulos con que se adornan determinados gestores, consejeros
y directores generales de algunas entidades financieras, escandalizado,
volvería, sin perder un minuto, a la paz de que seguro disfruta desde
hace más de cinco siglos.
La contabilidad que toda empresa pública o privada tiene la obligación
de llevar al día debe ser fiel reflejo de toda su actividad, y ofrecer
en todo momento su situación patrimonial real, económica y financiera,
indispensable para el desarrollo del fin para el que se han creado;
además debe ser siempre transparente. Si no cumple con estos requisitos,
o existe incompetencia, negligencia, o se pretende ocultar una gestión
cuando menos reprobable.
Para cualquier observador y para los propios mercados, resulta
sorprendente, que los balances de un determinado número de entidades de
nuestro sistema financiero sigan sin ser fiables, a pesar de contar con
expertos de alta profesionalidad en todos los organismos oficiales de
vigilancia y control, y contar igualmente con censores jurados de
cuentas y auditores de prestigio probado y de legal y obligada
actuación. Algunos gestores han convertido la contabilidad en materia
moldeable y al servicio de intereses oscuros, olvidando que debe recoger
con exactitud cada operación, indispensable para la toma de decisiones y
el fiel cumplimiento de los presupuestos y proyectos. En el caso de
alguna de las entidades bancarias, la contabilidad generalmente es
incompleta, sin respeto a los principios técnicos básicos y, en algún
caso, falsa.
Si a ello añadimos que las auditorias y los órganos de control y
supervisión han ejecutado su trabajo ciñéndose solo a los documentos
parciales presentados, incluso sesgados u ocultados, el resultado en
determinados casos es el desconocimiento absoluto tanto de su posición
patrimonial como de la económico-financiera. Resulta triste y grotesco
que con la excelente profesionalidad de nuestros inspectores a todas las
escalas, y ante la desconfianza del BCE, del FMI y de la propia
Bruselas, hayamos tenido que someternos a los test de estrés y a las
valoraciones que asesores técnicos independientes exteriores (Oliver
Wyman y Rolando Berger) ha estado llevando a cabo en nuestras
instituciones financieras. Desconfiamos, sin embargo, que dado el corto
espacio de tiempo (terminaron antes de final del mes de junio) y la
complejidad contable, lleguemos a conocer con exactitud un balance
creíble de la situación.
Lo anteriormente expuesto explica la amplia diferencia existente entre
los cuarenta y cien mil millones de euros en que se estima alcanzarán
las necesidades de nuestras entidades bancarias, para salir de su
crisis. Es claro que los gestores, o no han sabido o no han querido
precisar con exactitud, no solamente el valor de sus activos, sino el de
su pasivo exigible. Es el caso en la memoria de algunas entidades,
absorbidas o desaparecidas, cuyo estado de cuentas sigue sin el debido
conocimiento público.
Es triste que con la excelente gestión económico-diplomática que
recientemente han mantenido nuestros gobernantes (Mariano Rajoy, Luis de
Guindos y Sáez de Santamaría), en Alemania y en EEUU, y tras conseguir
un préstamo de hasta cien mil millones de euros, sigamos inmersos en la
duda e inseguridad de nuestras cuentas bancarias y en la desconfianza de
los mercados y bancos centrales.
El
préstamo para la regeneración financiera - siendo su obtención un éxito
- no deja de ser, si se alcanza el tope máximo (entorno al 10% del PIB
español), cierto riesgo para el Estado el impago del mismo, al
responsabilizar al FROB de la distribución a cada una de las entidades
bancarias deficitarias. También asume el del pago de los intereses a los
fondos europeos, que formarían parte del déficit público en el capítulo
de intereses de la deuda.
Al desconocer la posición de algunos de los balances y la cuantía a que
ascenderá su regeneración, surge la duda fundada de si una vez concluida
la ardua tarea, fluirá el dinero a la economía real, como único camino
para iniciar la salida de la crisis. Solo un camino debe seguirse en la
gestión del FROB:- exigir y analizar los balances e informes necesarios
de cada entidad solicitante,- calcular la cantidad necesaria a prestar
para regularizar su desequilibrio, y que permita el normal
desenvolvimiento de la actividad crediticia como único objetivo,- que
cada operación sea supervisada controlada y autorizada por la inspección
técnica del Banco de España, de probada competencia, preparación,
experiencia e independencia.
Cualquier
otro organismo, comisión o controlador debe ser desechado, y que se
certifique en el informe final que los activos dañados y la morosidad
excesiva han sido resueltos o provisionados. Solo así, y sin que la
banca haga aplicaciones de los fondos europeos recibidos a otras
coberturas oficiales, ni se destinen a fines en el exterior, podremos
empezar a confiar en el despegue de nuestra economía real y nos pongamos
todos a trabajar y colaborar para un solo fin: la competitividad, la
innovación, la internacionalización, la creación de empresas y la
reducción drástica del desempleo.
El
futuro solo será el resultado de nuestra voluntad de trabajo e
inteligencia, sin olvidar ser intolerantes con la corrupción, la mentira
y el despilfarro. Solo con transparencia eliminaremos la inmoralidad.
(*) Economista y empresario