TOLEDO.- Investigadores de las universidades Autónoma
(UAM) y Politécnica de Madrid (UPM) han realizado un estudio que refleja
que el emplazamiento de numerosos vertederos en el sureste de la
Comunidad de Madrid está produciendo una potencial acumulación de
metales pesados, lo que supone un "potencial foco de contaminación",
según ha informado la UAM en un comunicado.
En concreto, la zona evaluada en el estudio abarca un conjunto de
áreas kársticas situadas al borde de los páramos que limitan el valle
del río Tajo (provincias de Madrid y Toledo), en Chinchón, Morata de
Tajuña, Ocaña y Villarrubia de Santiago.
De acuerdo con el estudio, publicado por la revista 'Water, Air,
& Soil Pollution', el emplazamiento de numerosos vertederos conlleva
una potencial acumulación de Cobre, Plomo, Níquel y Zinc. Lo que
(sumado a la karstificación del suelo, presencia de materiales salinos
como yesos o carbonatos susceptibles de disolverse y movilizar metales
pesados) supone un "potencial foco de contaminación" en toda la zona.
Tras diez años de acumulación de residuos en estos basureros, la
contaminación de los ambientes circundantes muestra concentraciones muy
bajas o moderadas de los metales pesados mencionados, que pueden
incrementarse con el tiempo.
Ocasionalmente, algunos vertederos incontrolados de escombros
contienen cantidades importantes de estos metales, en comparación con
los materiales geológicos y geomorfológicos del entorno (yesos, calizas,
suelos rojos y coluviones).
Según presenta el estudio, el conjunto de acuíferos kársticos de
la zona, alimentados exclusivamente por las precipitaciones, son muy
susceptibles a la contaminación, ya que (al contrario de lo que ocurre
en los acuíferos detríticos) su capacidad de autodepuración es
prácticamente nula.
Por otro lado, en las canteras emplazadas en el interior de los
interfluvios donde frecuentemente se albergan algunos vertederos, la
infiltración del agua, a través de fisuras y diaclasas, incorpora
numerosos contaminantes disueltos en las aguas que circularán
preferentemente por los planos de estratificación hasta aflorar en las
vertientes de los valles.
Sin embargo, después de varios años de uso y acumulación, la
concentración de los contaminantes llega a valores moderados y no
alarmantes, aclara el estudio.
Los materiales fueron analizados por métodos mineralógicos y
químicos, siguiendo además el procedimiento secuencial de extracción
selectiva para la especiación de las formas metálicas. Los muestreos
estudiados son ricos en carbonatos y la contaminación se combina con
procesos de acumulación, sobre todo, en las vertientes.
El estudio también constata cómo los procesos de arroyada parecen
transportar con cierta eficacia, hacia aguas abajo en las laderas, estos
contaminantes. Los suelos en las partes bajas de los depósitos y las
áreas al pie de las vertientes suelen estar más contaminadas que los
propios segmentos de aquellas.
La porosidad derivada de la textura areno-limosa de los coluviones
motiva que estas formaciones sean los conjuntos geomorfológicos más
contaminados del sector.
Entre todos los metales pesados estudiados, informa el estudio, el
níquel es el más móvil. Este se desplaza en el subsuelo, por
lixiviación, de manera más fácil que el resto de metales analizados, lo
que se observa por sus elevadas concentraciones en profundidad.
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