TOLEDO.- Unos trabajos arqueológicos para conocer sistemas de
irrigación de Toledo han sacado a la luz la red de fortificaciones del
Frente Sur del Tajo de la Guerra Civil, muy poco conocido pese a que
estuvo activo durante toda la contienda, con enfrentamientos de unidades
de élite de los dos ejércitos.
El hallazgo accidental de las trincheras, cuando se estaban
realizando los primeros trabajos de prospección, supuso el inicio de un
proyecto pionero, porque ha sido la primera vez que se ha hecho en
España un estudio de un frente completo y además de un frente que fue
mutando a lo largo de toda la guerra, explica el arqueólogo Jorge Morín,
codirector junto a Jesús Carrobles de las excavaciones.
Los resultados han superado las expectativas generadas, porque los
trabajos de campo llevados a cabo entre 2009 y 2011, y las
investigaciones en archivos y fuentes documentales han permitido
recuperar episodios casi olvidados de la Guerra Civil, que se
desarrollaron durante casi tres años junto a Toledo, prácticamente en el
extrarradio de la ciudad.
También se ha podido hacer una reconstrucción muy pormenorizada del
frente gracias a un golpe de fortuna: el hallazgo en un archivo de una
cartografía a detalle hecha a partir de fotografías aéreas tomadas por
la aviación italiana en 1939, para preparar una ofensiva nacional que
pretendía romper las líneas republicanas.
La perdió un oficial de Inteligencia italiano en el puerto de
Barcelona cuando embarcaba para regresar a Italia al final de la guerra,
y constituye "una documentación sumamente valiosa por lo inusual",
señala Morín.
La guerra en Toledo no acabó en septiembre de 1936, cuando las tropas
nacionales tomaron el Alcázar, continuó con diferente intensidad en las
inmediaciones de la ciudad hasta prácticamente su final, con algunos
episodios muy cruentos.
Uno de los más intensos se desarrolló en mayo de 1937, con combates
de gran magnitud en el Cerro de los Palos, particularmente en la
posición número 7, la más avanzada del ejército nacional.
Fue a consecuencia de una ofensiva nacional, preparada por el coronel
Yagüe, que tenía como finalidad alejar a las tropas republicanas de
Toledo y sobre todo de la Fábrica de Armas.
En ella participaron dos banderas de la Legión y tropas de Regulares,
entre otras fuerzas, mientras que la contraofensiva republicana fue
comandada por Enrique Líster con su 11 División y el apoyo de carros de
combate T-26 soviéticos.
La posición cambió de manos varias veces en combates muy duros que ocasionaron "muchísimas bajas por ambos lados".
Un ejemplo de la crudeza de la lucha es que la Primera Compañía de la
Legión tuvo que ser sustituida porque prácticamente en un día perdió la
mitad de sus efectivos y la totalidad de la oficialidad.
Otro aspecto interesante es la munición encontrada, que permite
establecer un desarrollo cronológico de la contienda en razón de las
armas empleadas y de su origen.
Uno de los hallazgos más llamativos ha sido el relativo al uso de los
cañones antiaéreos Flak 18 de 88 mm (fliegerabwehrkanonen 88) alemanes,
que se utilizaron probablemente por primera vez en esta zona como armas
antitanque contra los T-26 de Líster.
Es la documentación más antigua hallada sobre este uso específico
para estos cañones, que tras la experiencia de la Guerra Civil se
transformarían en armas anticarro que tendrían, por ejemplo, un
destacado papel en los combates del norte de África librados por el
Afrika Korps de Rommel, en la II Guerra Mundial.
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