Renfe  suspende el AVE Regional que comunicaba Toledo, Cuenca y Albacete. Seis  meses de desmesuras. La insuficiente demanda —9 viajeros diarios de  media frente a las 2.190 plazas disponibles— confirman que hasta los  sueños hay que pagarlos. ¿Nadie encargó un estudio de viabilidad  económica? Parece que no. ¿Responsables? Pregunten al maestro armero.
Cuando  el gobierno de Aznar puso en marcha el faraónico plan de conectar las  capitales de provincia por AVE solo unos pocos levantamos la voz para  denunciar el despilfarro, mismamente porque no había ni hay y clientes  suficientes para tanto lujo subvencionado. Y por la competencia desleal  al transporte aéreo y de autobuses. Tras China, España es el país del  mundo con más kilómetros de Alta Velocidad. ¿Alguien puede entenderlo?
  Los ministros de Fomento —incluida la inefable Maleni— no se han cortado  un pelo en impulsar un medio tan costoso. Paralelamente al desarrollo  de este sistema elitista se han ido sembrado a voleo por España  aeropuertos fantasmas. Ciudad Real sin ir más lejos, Castellón -sin  autorización oficial- o la ampliación del de León, preparado para  recibir 6 millones de viajeros cuando el año pasado no alcanzó los  98.000 pasajeros.
Hace  bien Renfe en cerrar esta sangría (18.000 euros al día) sin contar la  amortización de las cuantiosas instalaciones. Cada kilómetro roza los 6  millones de euros. Las estaciones del AVE en Cuenca y Albacete resultan a  todas luces excesivas. Para colmo, Portugal ha decidido no engancharse  al AVE que le uniría a Europa por Badajoz, Talavera y Madrid. ¿Tiene  sentido aún el AVE a Extremadura?
Durante  20 años hemos gozado de un nivel de calidad de vida ilusorio que no  podemos mantener. El estado de malestar de la Nación es considerable.  Como siempre estamos en tiempo electoral nadie habló en el Debate de los  tiempos difíciles que nos aguardan. Ni de repartir los sacrificios. Ni  una sola idea para crear empleo. Ni una ilusión. Solo despedidas.  Parecía un funeral. El sueño ha terminado. ¡Despertad! 
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